Es inmenso el amor que un hijo siente por su madre… Pero no alcanza la magnitud con la que una madre puede llegar amar a un hijo.
Llevo grabados en mi mente, los tantos momentos cuando te sentía acercarte a mi mientras dormía, sólo para cubrirme con otra manta, porque quizás sospechabas que tenía frio.
No imaginas cuanto te amo…
No olvido cuando al caer, con mis rodillas raspadas, corría hacia tus brazos, buscando ese refugio, ese alivio que sólo me daban tus suaves manos, curando mis heridas, haciéndome reír de nuevo.
Recuerdo que todas las mañanas me regalabas tus miradas, tus sonrisas… Y ese buenos días, que colmaba de bendición mi vida.
No imaginas cuanto te amo…
Por eso hoy, sigues siendo ese manantial de paz al que siempre acudo cuando mi alma tiene sed… Me ayudas, me escuchas y tienes siempre las palabras exactas en tus labios; esas que necesito oír para calmar mis penas, para seguir adelante.
Eres brisa de verano, cuando el frio del miedo congela mis huesos… Y anticipas primaveras, cuando el otoño ha secado mi jardín…
Conoces mis fuerzas, mis debilidades… Y me amas como soy.
Necesito ese abrazo tuyo de ayer, de hoy y siempre… Eres mi sostén, mi valor, fuente de inagotable amor y esa luz al final del túnel.
Por eso, por todo… No imaginas cuanto te amo…
H.M.